Joana Orrantia

Control Escolar
Administradora de profesión pero se dedica a la Nutrición enfocada en el deporte al igual que le apasiona el entrenamiento de pesas, la alimentación real, aditivos en los alimentos y el deporte en general.

La Trofología llegó a su vida para mostrarle lo apasionante que es la alimentación y la integridad de nuestra nutrición, le dio un giro a su vida al cambiarse de una carrera Administrativa a la de Nutrición Deportiva.

Ha sido vegetariana desde chica por lo que siempre buscó sentirse parte de una comunidad, pues sabía que existían más formas que las comunes de ser saludable y fue aquí en el Colegio en donde la encontró; una comunidad que no ve la alimentación como etiqueta sino como la necesidad de escucharte a ti mismo, de aprender juntos a ser seres humanos y ser uno con la naturaleza.
Los libros, los viajes, la alimentación y una carrera equivocada son parte de lo que la han construido y es lo que hoy desea seguir compartiendo con ustedes en nuestras clases, generando un foro en donde todos somos alumno y maestro para aprender juntos.

¿Quieres saber más de su historia?

Era Lola.
"A veces el miedo nos bloquea, pero si crees en ti... Todo es posible"
A punto de cumplir mis 25 años, lo que más quería era tener una historia que contar y que marcaran a más de uno en su camino.
Crecemos llenos de sueños e ilusiones, pero poco a poco las responsabilidades van haciendo que todo eso cambie y las modifiquemos según nuestras prioridades, la rutina nos consume y de pronto sólo somos parte del día a día anhelando tal vez un cambio pero no nos atrevemos a tan solo una mínima modificación de nuestra rutina.
Yo lo descubrí cuando mi vida profesional comenzaba. Mi rutina cada día más ajetreada y mi vida más y más llena de responsabilidades y preocupaciones. Sabía que la vida iba pasando cada vez más rápido y que la juventud no sería para siempre, que los errores comenzarían a pasar sin enseñar y peor aún comenzaba a querer dejar de soñar.
La oportunidad llego a mi vida "viajar”... Eso sería, tal vez lo que en mi ser podría llenar. Viajar para construirme a mí misma más que para encontrarme.
La decisión estaba tomada, comencé a dejar mi rutina poco a poco. Siendo consciente que era desprenderme de todo lo que a mis 24 años me pertenecía. Salirme del camino recto y estructurado con el que siempre cumplí hasta ahora.
Renuncié a mi trabajo, avise a mi familia, compre mi ticket, hice mi maleta y emprendí mi viaje...... llena de sentimientos indescriptibles:
“Tristeza, alegría, emoción pero sobre todo una inmensa fe llena de bendiciones que me llenaba de paz de pensar que todo iba a salir bien"
Encontré mi soledad entre millones de personas, enfrentar mis decisiones y solucionarlas segura de que la historia aún no terminaba.
Regrese después de tener trabajos que solo pensé se existían en películas, operarme los ojos y además festejar mi cumpleaños en Disney.

Mis papás me abrazaron fuertemente y al fin volví a ver a mis abuelos.

Mis cosas estaban después de 8 meses intactas, volví a usar mi uniforme laboral, ir a mis clases de inglés o entrenar todo como si no hubiera pasado más de medio año, pero mis amigas comenzaron a avanzar en sus vidas mientras yo no estaba, así que esa soledad que sentí en la distancia a mi regreso era más evidente.

Pronto retomé esa rutina de la que había huido, ingresé a otra empresa en donde desde el primer día que debí cruzar por un pasillo gris con al menos 40 escritorios y ese eco del clic de la computadora sonando junto a cada uno de mis pasos al ir entrando, y eso sumado a la emoción de la que sería mi jefa mientras me decía: “Bienvenida, es una gran empresa, llevo más de 15 años en esta oficina, (ella tenía si acaso 35 años) y por cierto no tenía ni ventanas, yo solo sonreí y dije “gracias”.

Un día, en un café estando con una gran amiga escuché algo que cambiaría mi vida: Trofología.
La curiosidad me hizo buscarla, y encontré Colegio Mexicano de Trofología que con miedos y dudas pedí informes, era marzo cuando yo cumpliría 26 ya, y fue hasta mayo que decidí inscribirme, fue complicado pues seguía entrenando, trabajando y regresando estudiaba, pero me motivaba que ahora sí estaba haciendo algo para cambiar y no era solo quejarme que nada mejoraba.

Además inicie un proceso a la par para entrar en la universidad online en la Licenciatura en Nutrición, un par de meses después sucedió un recorte de personal, mi jefa me llamó y solo recuerdo ese mismo pasillo donde todo inició, un poco de lágrimas contenidas pues había coincidido con maravillosas personas pero también una gran sonrisa, levanté mis brazos y le dije ¡gracias!, mientras le preguntaba: ¿verdad que nunca me viste parte de aquí?, gracias y salí.

Al día siguiente debía tomar un vuelo a Perú pues mis vacaciones de 9 días ya estaban planeadas, y así lo hice, me fui sola nuevamente con mi mochila y dije a mis papás que solo volvería si me asustaba continuar, pero en aquel viaje la vida me siguió apapachando con hermosas personas pero después de vivir mi gran sueño y caminar por la hidroeléctrica para llegar a Machupichu, dormir en Bolivia en una isla de lago Titicaca, el gran salar de Uyuni, que silencio esplendoroso, perdida en el desierto de sal, y seguí llegué hasta Santiago después por la carretera caracol a Argentina en donde atropellé a una argentina, sobreviví a las turbulencias de regresar de Foz de Iguazú y además me enamoré, seguí a Montevideo para de allá volver a México después de 2 meses, siendo aceptada para estudiar Nutrición y además a poco tiempo de terminar mi Diplomado.

Siempre me había sentido la rara porque fui vegetariana desde pequeña, y si bien hoy en día no es algo tan diferente, en eso días verte pasear con tus recipientes de comida y además comer verduras te hacía el niño raro; pues yo fui siempre la rara y en ese viaje reforcé mi sentir en la comunidad con Trofologia; me sentía parte de algo y además aceptada y no juzgada.

Al regresar a casa me prometí no volver a trabajar en algo que no me gustara, terminar mi diplomado, mientras iniciaba la universidad nuevamente y en este periodo encontré un trabajo en Ixcalak en la frontera con Belice administrando una escuela de buceo, viví en una casa frente al mar, no tenía estufa ni refri, y ni decir de con quién hablar, duré 4 meses en este lugar en donde el internet costaba 10 pesos la hora, con ello pude avanzar en la universidad, cada 2 semanas venía un camión con algo de verdura ya que la ciudad más cercana estaba a 2 horas de este mi nuevo hogar, un cocodrilo era mi vecino, y las luciérnagas alumbraban mi camino justo cuando me debía cubrir toda porque los mosquitos no nos dejaban de atacar, pero ¡¡qué Lunas!!
Ese viaje termino en la Habana, en donde reencontré a mi amigo Brasileño y en donde además aprendimos a valorar lo que cada uno tenemos en nuestros países.

Al regresar a casa, en el Colegio me dieron la oportunidad de ser parte del equipo de trabajo, gracias a que esta vez me prometí no volver a hacer algo que no fuera lo que realmente soy que es conectar mediante la alimentación, dejé la universidad online para ahora sí atreverme a dar el paso presencial.

Hoy en día soy Joana, parte del Colegio Mexicano de Trofología como profesora en áreas de Nutrición, soy Trofoterapeuta Certificada, y además cada vez más cerca de lograr ser Licenciada en Nutrición Deportiva en la Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte.

Sin duda en este camino he reído y llorado cientos de veces, me he quejado esperando que la vida me resolviera todo y es hasta que yo he decidido que si permito que los miedos decidan por mi nada cambiará, cuando mi corazón ha latido hasta confiar en que mi camino no es algo que voy a encontrar, más bien, es algo que yo cada día voy a cimentar, atreverte a romper paradigmas no es fácil pero créeme ¡es liberador!
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Formulario de contacto Psic. Majo Ortiz
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